Mi tarea
Se supone que necesito hacer una tarea, escribir por encargo tres o cuatro cuartillas sobre un determinado tema. Y resulta que éste es el amor, el erotismo o los dos. No me queda clara la frontera, sin embargo, a la sazón de estas palabras tu imagen viene de inmediato a mi cabeza.
Sonrío al evocarte. Detrás de este ejercicio, en tiempo presente y primera persona del singular, cómodamente me puedo escudar para enterarte de lo que sucede sin tener que hablar. Paradójicamente, será leído en público y no serás tú quien lo escuchará. Mi cobardía hoy se reviste de responsabilidad.
Justo apenas tengo tiempo. Perdida como estoy entre tantas cosas pendientes. Terminar un libreto, esbozar un argumento, continuar con un boceto. Rediseñar esa casa en la que no acierto a conciliar criterios. Hacer arquitectura no es sólo tarea del intelecto; es tener el valor de vivir un sueño. Atreverse a geometrizar el paisaje con los pensamientos. Hoy te encuentras tú, como el centro de todos ellos.
Si mis dibujos tuvieran tus formas, serían siempre los más gratos diseños. Habitables, invitantes, sofisticados, armónicos, serenos. Es tu sonrisa de acuarela el espacio de nuestro encuentro. Subo, con timidez y despacio al dintel de tu mirada. Un par de arcos renacentistas son tus cejas delineadas. Me declaras bienvenida mientras en silencio me abrazas. Podría continuar describiéndote, si no temiera que el deseo me hiciera verter las entrañas.
Se me hace imposible disimular cuánto siento por ti y lo sabes. Cuando te encuentras cerca, soy una alfombra de ansiedad que sólo pretende custodiar los pasos de tu existencia. Si fueras una ciudad, sin duda serías Florencia.
Basta ya. ¿Para qué le sigo dando tantas vueltas? Basta ya de palabrería, dejaré de lado toda la poesía y me quitaré de chingaderas. La verdad es que te me antojas mucho y te quiero poseer completa. Esto me ha llevado una cuartilla, voy completando mi tarea.
Una línea era el mínimo, pero mi historia contigo se merece una novela, si tan sólo tuviera el talento y la paciencia para hacerla. Te acercas y te alejas, pero nunca te vas. Desmoronas mi coherencia cual si fuera un mazapán.
He tenido en mis brazos a cuantas se han ofrecido, a todas las que he querido, excepto a ti, a quien tanto he deseado. Ya no lo pongas difícil, ya no prolongues el desencanto. ¿Qué más te da? Sólo hagámoslo. Que no será nada que no hayas hecho antes, ni recibirás caricia alguna que no te haya gustado.
No he de ofrecerte la promesa de un futuro que está muy lejos de todos mis significados. La Fidelidad y los Te amo no son, ni han sido, ni serán invitados. Me causan tanto escalofrío que ni siquiera volveré a pronunciarlos. Esto se trata de pasión y deseo. Así de claro, plano y llano. También eres un capricho, para qué he de ocultarlo. Cínica, puedes decirme, pero todo esto es auténtico y humano.
A pesar de lo que me inspiras, no pidas más de una noche y mucho menos la vida entera. Discreción, honestidad e higiene son los únicos ingredientes de mi bandeja de ofertas. Tú sabrás, lindura, si lo tomas o lo dejas. Con una vez me bastaría, aunque podríamos repetirlo las veces que tú quisieras.
Quiero ofrecerte la oportunidad de vivir conmigo un momento de lujuria y cometer entre las dos un pecado capital. En la soledad de esta oficina, una vez más cierro mis ojos y te imagino en mi fantasía, recargándome abandonada en mi silla, completamente abierta, dispuesta a todo.
Debajo de mi escritorio hay un hueco donde puedes ubicarte para beber sin descanso la humedad de mi entrepierna. Híncate y devórame, sin pudor, sin pausas y sin pena. Es una súplica y una orden. ¡Hazlo! ¿Qué esperas? ¿Dominante o dominada? No lo sé, ni me interesa. Sólo continúa moviendo al mismo ritmo tu cabeza y no detengas por nada el salvaje compás de tu lengua. Tengo ahora dos cuartillas, sigo con mi tarea.
Ahora no te quedan dudas. Hoy tienes la certeza. Aunque solo te saludo formal y muy correcta, evitando pláticas profundas, fantaseo contigo algunas tardes y noches enteras. Eres la dicotomía de mi existencia. Al igual que me endiabla imaginar un beso tuyo, la ternura me invade al pensar que alguna lágrima sufrieras. No sabes lo que inspira la sola idea de poder poner mis manos sobre tus caderas. Quiero llenar mis pupilas de tu desnudez morena.
Te quiero para mí, para mucho. Ansío compartirme contigo. Pero no está en mis intenciones convertirme en tu pareja. Sólo tengo este momento y la impaciencia de mi espera.
Más allá de cumplir un capricho y dar por alcanzado un objetivo tan perseguido, sin más ni más, quiero amanecer contigo. Y que sepas y sientas que no persigo la simpleza física del placer en un orgasmo, sino entregarme por completo, por lo menos una vez, dejando que mi ser fluya sobre tu piel, que me hagas tu mujer y que recibas mi ansiedad nulificada, suspirando en tus brazos.
Más de una línea. Casi tres cuartillas. Dije lo que quería. He terminado.
Hinojosa; Noviembre 2005
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