Sunday, November 27, 2005

Menos es más. Mies van der Rohe

Dejamos correr el tiempo entre caricias muy suaves. Aún estábamos abrazadas cuando tú llegaste. Supuse que la discreción la obligó a soltarse. Ingenua, ilusa, romántica: me encantó el detalle.

Trabajamos juntos en mi estudio mientras nos observaba distante. Silente. Farsante. Mantenía un doble cruce de miradas. Igual contigo que conmigo y yo no me percataba.

Conocías mi vida. Sabías de mi pareja estable. La perenne, la verdadera, quien todo lo sabe. La duración de tu asesoría permitió conocer varias de nuestras amantes. Cuestiones de una sola vez. Nada de qué preocuparse. Hasta urdíamos coartadas mutuas por si alguna nos buscase. Tengo una diligencia: así decidimos llamarles. Binomio de secuaces.

Te estás clavando con ella, dijiste consternado la tercera o cuarta ocasión que juntas nos encontraste. ¡No!, contesté de inmediato, mientras por dentro comencé a inquietarme. Que coincidan los dos aquí, son casualidades. No pierdas lo más por lo menos, insististe en aconsejarme. Paternalista. Cariñoso. Hijo de tu pinche madre.

Y me puse a pensar. A colocar en la balanza lo que vale. Mi romance establecido o establecer más romances. Tú, desvergonzado y cínico, me habías enseñado lo importante. Muy bien, gran discípulo. Llegaste para aprender y terminaste por enseñarme.

La elección estaba clara. Permanecería con mi pareja y dejaría esa amante. Y tomé la decisión y allá voy a confesarme. ¿Quién si no tú, podría felicitarme?

Y la encontré contigo. No tuvieron tiempo ni coartada para ocultarse. Apenas pude saludarles. Par de basura, cómplices infieles, diligentes despreciables. ¡Qué manera de burlarme! Bocetos de persona, bastardos miserables, mediocres traidores, pérfidos infames. Tienen lo que se merecen. Ni duda cabe.


Hinojosa; Noviembre 2005

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