Monday, January 30, 2006

Equivocación

Sábado por la noche, en el bar tenemos evento. Por lo tanto, además de ser tan hermosa, he de parecerlo. Viene la pregunta que nos acompaña a todas desde que existe la primera mujer, ¿qué me pongo? La cuestión obedece a la inercia, pues desde hace un mes tengo todo planeado.

Hace frío. Entonces hay que usar saco. Mi decisión oscila entre el Burberry que regresaron ayer de la tintorería y el Oscar de la Renta que hace meses no me pongo. Ambos son negros y de corte clásico, pero es obvio cual escogeré.

Ahora a planchar. Camisa de rayas blancas muy exquisitas que sobresalen de un sólido color negro. Puños almidonados lo mismo que el cuello. Las rayas del pantalón parecen trazadas con una plomada láser sin que esto impida percibir la suave caída de la tela.

Zapatos pulcros. Bien conservados y boleados. Reloj, aretes, anillos, collar y mancuernillas de plata pulida. Mascada blanca de seda cruda, egipcia. Todo siguiendo la partitura impuesta por mi neurosis de exigencia.

Exceptuando los calcetines, la ropa interior es de seda blanca. Gusto discreto y refinado. Más que vestirme, cubro mi cuerpo con lo mejor del repertorio hasta llegar a la transformación de mujer escaparate. ¿Perfume? Claro, Eve, de Fragonard, comprado en París, ¿dónde más?

Han depilado y trazado mis cejas. En el mismo salón, con un poco de pinturas, han transformado mi rostro en una auténtica obra maestra, destacando los rasgos que lo caracterizan. Mi cabello, pesado y abundante, lo han cepillado hasta sacarle brillo.

Luzco tal cual imaginaba. Me voy al bar a partir plaza. Coche recién lavado y encerado. Carmina Burana de música de fondo.

Entro al bar sin mirar a nadie. Apenas saludo a quien voltea y se llena la vista con mi perfil. Ella se acerca, ingenua, cree que podremos dialogar. Qué guapa te ves, me dice una frase hecha y por demás gastada, no le da para más lo que se supone tiene por cerebro. Mi cultura me permite comprender su nivel y ni siquiera me digno a contestarle nada. Inspira lástima esa mujer, vive equivocada.

Me siento en la mesa reservada para mí. Sobra quien se ofrece para encenderme un cigarro. Tengo mi propio encendedor, yo me hago cargo. Ella insiste. En serio, te ves muy guapa. Como respuesta le aviento la bocanada de humo en plena cara. Estás equivocada, le digo sin palabras impostando la mirada enfocada en el vacío de la distancia.

Yo no me veo guapa, nunca me veré guapa. Criaturita errada. Guarda tus comentarios para cuando no estés frente a esta diva real que hoy se aparece frente a tu cara. Sal de tu equivocación, crece, asúmelo, que yo no me veo guapa hoy, ni ayer, ni mañana. Yo no me veo guapa, que te quede claro, yo SOY guapa.

Hinojosa; Enero 31 de 2006

Dos horas de mi vida

Es lunes. Son las 15:00 y apenas voy llegando a la oficina. No está la otra arquitecta, pero igual alguien ha ocupado el espacio para estacionarse. Así que mi coche se queda enfrente. Está muy sucio. Necesita una buena lavada, de todo a todo. Aspirado, lavado, encerado. También sería bueno darle una pulida, pero ya será eso más delante.

Abro la reja. Vuelvo a batallar como el viernes. Es una de las cosas que más me molesta. Que las puertas no se abran bien a la primera. No sé si se trate de un asunto metafórico o una neurosis, en cualquier caso me molesta. Y tal pareciera que este tipo de puertas me persiguen. ¿Será que no las sé abrir?

La gran ventaja de estar sola en la oficina es que puedo masticar el chicle como me dé mi gana y escuchar la música que yo quiera. También puedo hablar sola. Todo trabajo tiene su recompensa.

Enciendo el celular. No debería pero lo hago. Espero algo que no sucederá.

Encima del escritorio hay un recado para mí. Leo.

Enciendo la computadora. Tomo los libros que hay para leer.

No tengo ganas de hacer nada. Aunque vuelvo a ver el cronograma y ya estoy en tiempo de entrega. Mis etapas de trabajo son muy diferentes. Supongo que en esto consiste ser profesional, estar por dentro que te lleva la chingada, y continuar trabajando como si nada pasara. Hinojosa puede.

Consulto mis mails. Noticias. Los pecados capitales. Responder algunas cosas. Releer a Ximena. Establecer citas. Es un poco una rutina.

Y claro, hoy también se encuentra en mis pasos escribirle. Aunque estoy muy enojada conmigo. Tantos años de marquesa y no saber mover el abanico. Hoy debería quedarme en silencio. Hoy debería llorar. Pero le escribo para tratar de establecer de nuevo el vínculo entre las dos. Tantas lecciones y nada que las aprendo. Debería desaparecer dignamente perdida en un silencio.

J y yo nos veremos más tarde. Necesitamos hablar. Cada quien de lo suyo. Por el msn nos vamos dando adelantos de lo que conversaremos más adelante. Estamos dolidas. Qué risa, valientes amigas. Tan lejos que estuvimos y ahora ambas nos buscamos para darnos consuelo. Quizá al final todas las cuestiones que pasan las va diluyendo el tiempo.

Comienzo este escrito para ir avanzando con mi tarea. He tenido mejores dos horas en mi vida, pero bueno, como ejercicio suena bien. Dos horas en el bar, dos horas en mi estudio, dos horas de amor. Dos horas viendo "Las horas". Y no sé cuáles escoger.

Abro por fin el archivo de arquitectura. Releo lo escrito el viernes. Me vuelvo a conectar con lo pendiente. Surgen las ideas. Subo al tapanco por un libro que necesito. Se ve tan bonito el cerro de la silla desde ahí. Cae el sol y me alegra un poco. Quizá me vaya a trabajar allá, está más acogedor el espacio.

Introducción a la programación arquitectónica. Comienzo a leer. Interrumpo. Creo que es mejor comenzar por la taxonomía de métodos de diseño de Broadbent. Subo de nuevo al tapanco. Escucho mis pasos en la escalera metálica. Está pesada la muchacha o hay demasiado silencio aquí. Pum, pum, resuenan mis zapatos como el estruendo de una tribu de mamuts. Necesito bajar de peso.

Tengo mucho sueño. Es la tercera vez que bostezo. Me urge reorganizar mi tiempo. O se vive de noche o se vive de día. Elegir lleva una renuncia. Hay que establecer prioridades.

Suena el celular. Me invitan un café. ¿Cuando? Cuando quieras. El jueves. El jueves no puedo. Um que la, pues no que cuando quiera? Sí, es un decir. Ok. De acuerdo. Como si las palabras no sirvieran para lo que son. Es un decir. Todo es un ensayo. Hay que comprometerse desde los diálogos. O mejor, con las acciones.

Comienzo la taxonomía. Releo los capítulos que ya había señalado. Va sonando bien el escrito. Va tomando forma. Hay que poner las definiciones, cuadros sinópticos. ¿Dónde quedó la demás información? Hago una lista de tareas para la chica que se supone es mi ayudante.

Sigo sin saber cual era el ejercicio del taller de cuentos. ¿Contar como es mi vida en dos horas? ¿Escribir de continuo dos horas? ¿Narrar dos horas? ¿Es un asunto capcioso? Porque siendo así, podría narrar el día de hoy de las 5:00 a las 7:00, que fue cuando dormí. Dormía. Sería la única palabra de la única línea.

Me acaban de entregar un Abstract que pedí me imprimieran. Recorrido histórico por la metodológía del Diseño. Ahora, a leerlo. Suena un tanto complicado, pero es así, escribo mientras leo.

Es una conferencia dictada en San Sebastián. Recuerdo mi viaje, pienso en Jordi que está conectado en msn pero no responde. Voy por un resaltador de texto. Tomo notas y pienso.

Quiero un cigarro y un café. Aquí no puedo fumar. Voy al OXXO por mi café Moka.

En el camino me encuentro a dos conocidas del bar. Apenas las reconozco, se ven muy diferentes con la luz natural. Me detengo a platicar. Hubo pleito el sábado y ni me enteré. Me cuentan, encantadas, todos los detalles. Hasta parece que estuvieron ahí. Es fascinante la dinámica inherente de la información. Lo triste de este tiempo de chisme es que consume la pausa que pensaba darle a un cigarro.

Regreso a la oficina. Ha llegado la chica que vive en la parte alta. Nos saludamos con cortesía. Ella es demasiado educada como para ser su amiga. Sólo nos concretamos a intercambiar frases y se retira. Le ofrezco unas galletas que rechaza.

Termino de leer el documento. Veo el reloj. Pasa de las 17:00, el tiempo ya se cumplió. ¿Cuento o no cuento el tiempo que salí de aquí?

Hinojosa; Enero 30 de 2006

Tuesday, January 24, 2006

Por fin

Siempre tan cercana a mi naturaleza. La única cosa constante en mi disipada vida. Nadie te invitó, pero desde que nací, ya venías predestinada a aparecerte en cualquier momento. Cargada en mis cromosomas, pespuntada en mi definición.
Sabía que llegarías, pero aún así me tomaste por sorpresa aquella tarde primaveral días antes de mi cumpleaños. Te guardé en mi intimidad cual inofensivo secreto. Hasta que nos descubrió mi madre. Mi estatus de libertad cambió. Hube de afrontar mi relación contigo, con mis familiares cercanos primero, después con los amigos, compañeros de escuela, gente del trabajo y ahora hasta con los desconocidos.
Toda la agenda y el diseño de mi vida cambiaba ante tu presencia. Todo era un asunto a medias. Hasta decidir la ropa que utilizaría el día que me acompañabas. Volver a ponerme el mismo pantalón arrugado de antier sólo porque a ti no te gustaba verme vestida en colores claros. Había que darte gusto, tener los mínimos detalles para consentirte.
Malagradecida traidora. ¿Recuerdas la vez que me avergonzaste? Caminaba tan elegante por el pasillo, la mascada ondeando al viento, un pie tras otro pie en la línea imaginaria de la pasarela, cambiando rítmicamente el peso de mi cuerpo, equilibrándolo en mi cadera. Mirando por encima del hombro. Sonriente, pagada de mí, insufrible.
Alguien corría tras mis pasos. Me alcanzó. Arquitecta, ha llegado. Apreté las quijadas tragando saliva amarga. Hasta allá te habías atrevido a buscarme. La mirada acuosa en mis ojos se congeló como cristal de Murano. Quise desaparecer de la tierra –y de la escuela- a tu vocera, aplastándola cual insecto. Pero no hice nada; displicente, di las gracias y seguí caminando. ¿Qué más podía hacer? Ya habías llegado.
Tienes todos los méritos para odiarte. Presiento tu presencia y me cambia el humor. Me llevas a los extremos de mi desesperación. Aceleras los drásticos espectros de mi vida emocional. Quisiera reinventarme y al hacerlo desaparecerte, porque además eres celosa, incapaz de compartirme. Aprensiva absoluta, si estabas tú no había sitio posible para nadie más.
Intensa y cruel. Apenas llegabas, ibas sobre mis pechos. Los apretabas, jugabas, nunca mejor dicho, con ellos. Mis pezones, tu objetivo indispensable, al recibir tus caricias ardían cual si los hubieras mordido. Amante egoísta, tú no te dejabas hacer nada. Me habitabas completa, venías tres o cuatro noches, me utilizabas y te marchabas.
Te gustaba trastocar mis actividades horizontales. Ya tenía mis citas armadas con anterioridad de una semana, cuando sin avisar te presentabas. Me obligabas a cancelar la velada. Curiosamente, al fin mujeres, todas las afectadas te respetaban y te daban tu lugar. Ignórala, me dijeron una vez, si tan sólo pudiera, si me atreviera, contesté.
También te debo favores, Dos o tres veces me has servido de razón más que de pretexto. Muy bien, lo acepto, que en la vida todo tiene un precio. Asimismo, hemos reído juntas cuando has seguido fiel a mí y abandonado a algunas otras. Hemos aprendido a sobrellevarnos. Aunque yo sea mala anfitriona y tú seas la más exigente huésped.
Pero este mes, igual que el anterior, no llegaste. Tu abandono, muy lejos de sumirme en una tristeza deprimente, es la mejor noticia que ha podido sucederme. Es una señal fácilmente interpretable. Se acaba una espera para dar inicio a otra. Y entonces, tejiendo estambre en tonos pastel, sabiendo que el milagro ha sucedido, sólo me resta contar, en el tiempo que es preciso, ese que se borda con filigrana en el destino, todas las horas que necesito, para convertirme, por fin, en madre de nuestro hijo.

Hinojosa; Enero 23 de 2006

Monday, January 23, 2006

Delineando una acuarela

Tiempo etéreo.
Nostálgica atmósfera fresca
vigilante de un espacio vacío
que sólo se habita con tu presencia.

Luz tras una ventana abierta.
Contraste de tu silueta en movimiento.
Pupilas que se contraen y se dilatan:
escaparate de tus pensamientos.

Blanco papel, siempre dispuesto
para ser la voz de tus anhelos.
Transparencia dinámica del agua,
transición de los colores, antes quietos.

Suave pincel que se mueve
sutilmente impulsado por tus dedos
emergiendo de la nada estática
trazos recién inventados, nuevos.

La calma rodea tu espíritu.
Algo sucede en secreto.
Tu ser en libertad tangible
expresando sus misterios.

Tú y tu soledad creadora
magia y misticismo del momento.
Gritando tus sentimientos
todo en completo silencio.

Hinojosa; Septiembre 1998

Wednesday, January 18, 2006

¡Bienvenida!

Supe que habías llegado y me arrancaste un primer suspiro. Me puse de pie para recibirte tal cual te merecías. Aunque te esperaba, esa tarde no estaba preparada para conocerte. Contuve la emoción al acercarme.
Ahogué una lágrima furtiva cuando logré desembarazarte de lo que te cubría. Tu piel y mi piel tuvieron su instantánea química. Tanto gusto. Qué delicia. Hermosa. Linda linda linda.
Evito las comparaciones pero la memoria se encarga de hacer su milenario trabajo. Sábelo bien, eres distinta, eres el presente y me acompañarás en el futuro cercano. Con eso nos bastará mientras lo tengamos claro.
Llegaste con tu propia música inundando el momento con tu alegría. Ya tenía en mi vida un sitio para ti. Te tomé entre mis brazos para besarte toda sin usar los labios.
Abrí la puerta del coche y te ayudé a acomodarte en tu asiento. Nadie más ha estado ahí. Ninguna como tú. Inauguras espacios, cancelando vacíos, adueñándote con timidez y autoridad de lo que son desde ahora tus dominios.
Comienzo a hablarte, tenemos tanto para compartir, la mitad de mi existencia para contarte, la otra mitad por vivir.
¿Por dónde empezaremos? Sonreímos en compartida intuición, sabemos que no hay más. Primero hay que ver "Las horas". Ahí radica mi entero punto simple de hipersensibilidad. Desgranada en lágrimas conocerás mi integridad. Acostúmbrate, bonita, a mi emotiva vulnerabilidad.
Fragmentos de neurosis, vestigios de obsesiones, manías irredimibles, deseos trascendentales, corajes de medianoche, pieza tras pieza te entregaré completo el rompecabezas de mis emociones.
Te regalaré, desnuda, mi frágil fortaleza. Traduce mi pasión, sublímala en letras. No me dejes a medias, no quiero tragedias. No te congeles y enmudezcas.
Leeremos juntas mis libros. Planearemos mis días. A traves de mi energía irás cobrando vida. Saborearemos un Bailey's, encenderemos incienso, tomaremos tequila, prepararemos café, descorcharemos un tinto, mientras pasamos pensamientos en limpio.
La música nos espera, eternas tardes para escuchar mp3 y en cada melodía un significado. Correré a tus brazos apenas tenga una nueva idea. Confesora eterna, siempre la más discreta. Tendrás todas mis fotografías, recuerdos de mis viajes, cuentos cortos,líneas de poesía,ensayos de arquitectura, intentos de novelas.
Dulce anfitriona, atenderás mis conversaciones con amigos. Sin importar latitud ni altitud, contigo, todos ellos son bienvenidos. Van para ti, también, mis momentos más íntimos. Cristo redentor, ¡qué orgasmos tan sentidos! Y después del éxtasis, amaneceré contigo.
En esta primera noche, suspiro intensamente pues no hay nada similar a tenerte en mis brazos, a sentir tu calor
en mis piernas. No. No. Definitivamente, no: a ti no te compartiré. Mía, mía sola, mía entera. Ya estás aquí, soy tu destino, quédate siempre, quédate el tiempo que tú quieras.
Mi cómplice, mi compañera, la dueña de mis sueños, quien va conmigo y me espera. Tú, mi nuevo amor, mi luz nocturna, camino de mi insomnio, refugio de mis noches, reflejo de mis ojos. Primera piedra de mis construcciones, fuente de inspiración tanto en logros como en fracasos.
Mi preciosa, mi Bette Porter, tú, mi reina, mi laptop.

Hinojosa; Enero de 2006